En nuestra cultura latina la comunicación verbal es tan habitual como respirar, vivimos en la calle y hablamos con verdadera pasión por la palabra; pero algo bien distinto es hacerlo ante un público desconocido y de manera profesional; en ese contexto, entran en juego decenas de parámetros que no tenemos en cuenta (al menos conscientemente) en ambientes más informales.
El análisis de la mirada, los movimientos corporales, la sonrisa, la velocidad oral o el juego tonal empleado resultan vitales a la hora de conseguir el objetivo perseguido y llegar con claridad y contundencia a nuestro auditorio; la forma de utilizar estos recursos va a determinar el grado de amabilidad, empatía, rigor, diversión o tedio que despertemos en quienes nos escuchan.